Vale, si, soy pobre. ¿Y qué? Déjeme en paz. Solo quiero vivir tranquilo. Aunque le parezca mentira soy feliz. Solo y con mi pan me lo como. Mi litro de vino rancio todos los días es mi fuerza y mi energía para afrontarlo todo, a veces con humor, y el resto con mala ostia. ¿Por qué me hace tantas preguntas? ¿Es policía o me quiere usted robar? No sería el primero, mire usted por donde, ni lo intente porque, ya no me queda nada. Lo perdí. Todo. Ahora como ya le digo me basto y me sobro ¿Para qué recuperar lo anterior? Fui feliz mientras duró, repetirlo si que sería una pérdida de tiempo. Fíjese que ni siquiera tengo recuerdos. Los borré, aunque, si le soy sincero, el vino a veces me hace recuperar ciertos momentos. Pero bueno son muy fugaces y casi ya ni me afectan. ¿Qué como lo perdí todo? ¿Usted que cree? pues lo de siempre, ya sabe, una fuerza mayor ¿no se lo imagina?...si señor, una mujer. Oiga pero no sabe que mujer, que labios, que belleza, que sensualidad, que sexo, que sabor, eso si, con un carácter indómito y salvaje que impedía cualquier control, ni siquiera momentáneo. Lo daría todo por ella. Bueno, se lo di todo. Y volvería a hacerlo, sin dudarlo…aun a sabiendas de lo que ocurrió después. Supongo que eso es el amor.
¿Sabe qué...? mire le invito a un trago, que parece que a usted le gusta escuchar. ¿Que me dice? vamos al supermercao y compro un litro para los dos. ¿Ah? dice usted que también es pobre. Ande únase entonces, la tarde es soleada y el parque nos arropa, ¿ve el cuarto banco al lado de la fuente? es el mío, lo compré para ella. Siéntese.
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