Tarantismo observado en España, con que se prueba el de la Pulla, dudado de algunos, y tratado de otros de fabuloso. Y Memorias para escribir la Historia del insecto llamado Tarántula, efectos de su veneno en el cuerpo humano, y curación por la música con el modo de obrar de ésta, y su aplicación como remedio a varias enfermedades», (Madrid, 1787).
...Sea el instrumento de cuerda o aire, si se toca la tarantela comúnmente mueve al enfermo; y cuando esta sonata no lo hiciese, se deben ensayar varias hasta que se encuentre con la proporcionada al veneno. Entonces el que se veía en la agonía con voz lánguida y desmayada, si acaso la tiene, cubierto de sudor, y falto de fuerzas, suspira con ayes tristes como que se desahoga, empieza a mover los pies, dedos y manos sintiendo al mismo tiempo alegría y alivio en los síntomas, y después los demás miembros. Continuada la música, crece el movimiento hasta ponerse en pies, y empieza a bailar con tal fuerza, velocidad y arreglo, que es la admiración de los concurrentes. Auméntase la admiración viendo bailar con tanta ligereza al que en el momento anterior estaba postrado en tierra, exánime y desmayado, y con tal arreglo al compás, como si fuera el más diestro maestro de danza. En este estado nota las disonancias, y percibe cualquiera golpe mal dado, y mucho más si lánguidamente la sigue o muda de intento de tocata. Suspende el baile, se queja lastimosamente, padece varias contorsiones en todo el cuerpo, cae a tierra desmayado si no le sostienen, y encarecidamente ruega que no toquenb aquel son, y vuelvan a la tarantela. Empezada esta, vuelve a bailar con igual velocidad y compaseo, suda, se pone en la cama, y toma caldo u otro alimento ligero. Sigue el sudor. Desvanecido éste vuelve al baile del mismo modo por la música, y se ejecuta lo mismo otra y otra vez, hasta que ya ésta no le mueve, creyéndose entonces curado. Si la música llegó a tiempo antes que el veneno se radicase o altamente se imprimiese en alguna entraña (que cuando sucede esto por lo común es estómago o corazón) y se acertó con la sonata, es curado brevemente el enfermo en el espacio de cuatro días regularmente, aunque no faltan historias de las nuestras en que se extendió el baile a más tiempo para conseguir la curación. Pero si se ocurrió tarde con la música, acaso no se curará, o si se curase, no será radicalmente. No se podrá exterminar enteramente el veneno por haberse violado alguna entraña; en cuyo caso tienen los envenenados todos los años su recidiva. Se hacen tristes, melancólicos, huyen las concurrencias, aman la soledad; y en esta situación será (si se ha verificado algún caso tal) cuando dice Baglivio «que muchos aman la soledad, se deleitan en los sepulcros, y se tienden como muertos en la caja de los difuntos. Arrojándose a los pozos como desesperados, etc»
El autor, don Francisco Xavier Cid, era «socio de la Real Sociedad Bascongada, Académico de la Real Academia Médica Matritense, y Médico Titular del Ilustrísimo Deán y Cabildo de la Santa Iglesia de Toledo, Primada de las Españas, y del Excelentísimo e Ilustrísimo Señor Don Francisco Lorenzana, Arzobispo de dicha Ciudad.
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